Dandy francés que consumió sus días
-con algún devaneo extratemático-
intentando fijar el enigmático
ser femenino, ¿acaso no sabías,
genio amigo, que ardía tu fuego en vano,
que no hay lienzo en el que quepa Eva,
que otra -muy arriesgada- vía lleva
a desvelar -y apenas- tal arcano?
Atrapado en tu vida asegurada,
en tu París bohemio y confortable
y lluvioso, la vida te pasaste
intentando clavar en la cuadrada
tela lo femenino inapresable;
no puede hacerse, y nunca lo lograste,
pero nos queda el oro que dejaste.
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