........................esta segunda inocencia
que da en no creer en nada.
Antonio Machado

lunes, 16 de agosto de 2010

El otro

Durante el tiempo que he estado de baja debido a la intervención de la espalda, mi compañera Concha me había contado por teléfono que una especie de doble mío se paseaba por los pasillos de la oficina o se sentaba en el despacho; me pareció una broma de tantas, pero ayer me pasé a ver a los compañeros, ya a muy poco tiempo de reincorporarme, en plan inicio de aterrizaje, y el otro estaba allí. Efectivamente, soy yo, bueno, una especie de doppelgänger, sólo que con el rostro muy oscuro, como el de los espíritus que no tienen percepción interior, y las piernas desaparecen un poco por encima del tobillo. Por lo demás, soy yo: ropa muy corriente, triste, aparentemente serio, lento en el andar... No me extraña demasiado esa aparición: hace mucho tiempo que mi mujer y yo no salimos, me muevo entre la casa y la oficina, y a fuerza de la ausencia de mi mujer, en su trabajo, y de la enfermedad de mi hijo, si algún buen rato paso es en el trabajo, es normal que mi espíritu se fuera para allí, donde me siento útil en algo aunque culpable por el doble motivo de tener trabajo y de que el mío sea un trabajo privilegiado... Mi doble me miró, ni extrañado ni desafiante, sencillamente me miró. No inspira miedo, aunque sí, como es natural, una cierta inquietud. En la puerta, donde salimos a fumar, le dije a mi compañera: "Ahora tendrá que irse, ¿no?" "No creo que quiera" "¿Y yo dónde me sentaré?" "Ya nos apañaremos". Por hacerme el gracioso (no he conseguido que me quieran, pero sí que se rían conmigo) inquirí: "¿Y qué tal trabaja?" Mi compañera bajó los ojos, dudó un poco y me dijo: "La verdad es que es un poquito más eficiente que tú, no te ofendas." Me despedí. Mi doble me volvió a mirar, desde detrás de la fotocopiadora. A la salida me tomé un par de vinos, después de pedirle permiso a mi mujer.

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