sombra que me llevare el blanco dia,
y podrá desatar esta alma mía,
ora a su afán ansioso lisonjera.
Mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;polvo serán, mas polvo enamorado.
FRANCISCO DE QUEVEDO
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