........................esta segunda inocencia
que da en no creer en nada.
Antonio Machado

lunes, 30 de agosto de 2010

Dos palabras sobre la gnosis

Notas sobre esta nota
-Me baso para esta temerosa y vulnerable nota, principalmente, a) en la de Borges "Una vindicación del falso Basílides", b) en la generalidad de la obra de Evola-que, creo, no habla expresamente de gnosticismo, al menos en las obras suyas que yo conozco-, autor cuyo "reaccionarismo" no resta (1) valor y peso a su labor intelectual, y c) en una serie de libros sobre la cuestión, unos más dudosos que otros, que he leído desde mi adolescencia. La mayoría de lo que aquí diré es harto sabido, y se ha dicho mucho mejor antes; pero si dejáramos de escribir porque lo que vamos a decir se ha dicho antes y mejor, quedarían muy pocos que escribieran, y quien ésto escribe no sería uno de ellos.
-La presente nota, si a alguien va dirigida, no se dirige a los que se hallan en el mundo como en su propia casa (que son muchos más de lo que a primera vista parece). Tampoco a los creyentes ortodoxos, que declaran -no sé si creen- contra viento y marea que el mundo está bien construido, y que todo, el dolor, la pérdida, la impotencia, la muerte, lo entenderemos alguna vez.

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                   Como es bien sabido, hubo en los primeros años de vida del cristianismo hombres superiores, hasta cierto punto herederos o parientes lejanos del zoroastrismo, que encontraron que la visión, o idea, de un dios sabio, bueno y todopoderoso se conciliaba mal con el mundo tal como se da a la experiencia directa, y aun a la posterior reflexión serena que los acontecimientos cotidianos no consienten en su momento. No sabían comulgar con ruedas de molino. Conjeturaban, como los católicos ortodoxos, que existía un dios único, pero, al contrario que ellos, quisieron entenderlo, en la medida de lo posible humano; de ahí la palabra gnosis (conocimiento) opuesta a pistis (creencia o fe); actitud, esta última, que sin embargo no consideraban inválida- para quien se contentara con ella. Dado que, de existir dios, sus designios son inescrutables, el intento -heroico, como lo califica, con su característico mot juste, Borges- no podía por menos de producir concepciones y cosmogonías extrañas y aun estrambóticas, por no decir carnavalescas; lo que no resta seriedad, dramatismo y nobleza al intento en sí. Otros lo llamarán soberbia o audacia... Los amantes de las palabras sabemos poco más o menos para lo que sirven y para lo que no.
Evola resume o esquematiza, en una de sus obras, que para concebir (o inventar) la divinidad existen dos métodos: el inductivo y el deductivo; mediante este último, se postula un dios con unas determinadas características, y ex post se procura, con mayor o menor fortuna, acomodar lo que sabemos del mundo a esa idea: es lo que han hecho (lo que han intentado hacer) los católicos, entre los que crecí para bien y para mal (2).
Por el contrario, el método inductivo parte de la experiencia de lo que es la existencia o la vida en la realidad, en la experiencia, propia y ajena, y de ahí infiere las características de la hipotética divinidad (lo que a primera vista parece más racional, y racionalidad era lo que pedían los gnósticos); de ahí las divinidades tripartitas del Indostán, con su aspecto creador, conservador y destructor. De ahí las divinidades sobreabundantes, barrocas y hasta excesivas de cabezas, de brazos y piernas, que tanto motivo de diversión proporcionan a nuestros ignorantes, cuyo nombre es legión. De ahí, también, las variadas cosmogonías gnósticas.
No recuerdo y no importa qué autor antiguo, no refutado eficazmente hasta ahora, que yo sepa, observó que, siendo el mundo como es, uno de los tres atributos que la teología ortodoxa atribuye a Dios se contradice con los otros:
1.- O bien es sabio y omnipotente, pero no bueno.
2.- O bien es bueno y omnipotente, pro no sabio.
3.- O bien es sabio y bueno, pero no omnipotente.
Cierto es que en más de dos mil años de cristianismo ortodoxo, vale decir, en este contexto, católico, éste ha elaborado respuestas para todo (de las que muy pocas son convincentes). Cierto es, también, que los católicos se empeñan en explicar el mal como prueba para la fe, o incluso renuncian a explicarlo, suponiendo que todo se les explicará, o se nos explicará, a su debido tiempo.
Pero los gnósticos querían, ansiaban (y continúan ansiando), saber, no creer. De ahí el nombre que a sí mismos se dieron.
Concibieron, en la herejía basilidiana que Borges resume con su conocida maestría, unas sucesivas emanaciones de Dios que, como toda emanación, se hacía más leve y difusa a medida que se alejaba de su fuente; de la última de estas emanaciones (3) procede el mundo, lo cual explica las características de éste que todos conocemos. Otras cosmogonías gnósticas son aún más pintorescas. Postulan un demiurgo infantil, o -por el contrario- senil, o torpe, o que abandonó su obra a medio hacer...
No hay, sospecho, quien no haya sentido, esporádicamente o como experiencia constante, que el mundo es caos, naufragio, mala factura, chapuza, fracaso, boceto.
Dado que este sentimiento es eterno, incluso en los que niegan experimentarlo, a la gnosis parece esperarle una larga vida (4). Cierto que las cosmogonías urdidas por esta línea de pensamiento -o de desesperanza- son ligeramente indigeribles para la irracional, pobre y soberbia racionalidad de nuestros días; pero, ¿son más racionales los dogmas de hoy, ante los que la mayoría se inclina? ¿Es más racional imaginar que el ser humano desciende del mono, o que la estatuaria griega, la obra de Flaubert, Winona Ryder proceden de una bola de materia muy compacta que estalló hace miles de millones de años?
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(1) Quizá añade
(2) Desde muy niño quise -y desde muy niño no pude- compartir la idea de un ser providente, aunque no fuera más que por respeto y amor a mis mayores.
(3) 365, según la nota de Borges; probablemente un número simbólico, como el siete o el cuarenta en la Biblia.
(4) No hace demasiado tiempo que oigo hablar de un renacimiento de la gnosis; me extraña, ya que no sabía que hubiera muerto.
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1 comentario:

  1. Que profundidad de comentario.
    Quereindo distinguir entre la espiritualidad, y las creencias , uno se pierde.
    Está el ser humano, tan complejo, lo demás son autodefensas, creer que hay algo que suple las limitaciones humanas.
    Con la muerte, la pérdida y la impotencia, hemos de vivir con ello.
    Una compensación mas simple es creer en lo bueno y bello

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