Borges y España
Uno
Durante muchísimos años, desde los veintialgo hasta los que ahora tengo, o me tienen, me he preguntado qué tenía el divino Borges contra España, a la que dedicó sarcasmos e invectivas memorables. ¿Qué le hemos hecho? Me preguntaba. Tanto más cuanto que su obra contiene hermosas notas de hermanamiento sobre el parecido del individualismo en España y Argentina, una defensa de Cervantes -no querido por todo el mundo, por si ustedes no lo saben- y una inolvidable reivindicación de la persona y la obra de Quevedo... Hasta hace unos años, en que mi hijo me regaló las memorias o paramemorias de la fiel sirvienta del maestro, no di con la solución: ¡Borges tenía sólo un cuñado, y era (o es) español! En efecto, creo que si uno tiene varios cuñados, como yo, puede llevarse bien con unos y mal con otros, pero si tiene sólo uno, es inevitable que se lleve mal, tanto más si el cuñado (Guillermo de Torre, casado con su hermana Norah, creo) es un coñazo que pretende decirte incluso cómo colocar los muebles de tu casa, hasta el punto de que Doña Leonor, la madre del maestro, le tuvo que regañar: "Andá a tu casa a mandar, no aquí." No hay otra explicación, Borges nos amaba, adorábamos a Borges, nos regaló su prosa -de su poesía es mejor no hablar-, le dimos premios... El problema era el cuñado coñazo. No se suele uno llevar bien con los cuñados.
Dos
Lo maravilloso de Borges es que, a pesar de ser un ser humano -como Cervantes, como Joyce, Stevenson o Cortázar- haya escrito esa obra. A pesar de su malísima dentadura, a pesar de que su mujer le pegaba, a pesar de vivir en un apartamento minúsculo y asqueroso con su madre, a pesar de tener que comer y vestirse, o dejar que le vistieran, todos los días, escribió esa obra, extrajo esas joyas del lodo y el excremento que forman la mayor parte de la vida diaria de todos. Si lo hubiera tenido todo a su favor, ¿dónde estaría la maravilla? Es más, estoy por decir que la desdicha es la que produce la literatura. ¿A qué hombre o mujer feliz les ha dado por emborronar cuartillas...? Feliz el hombre o la mujer a quien el amor por las palabras les permite olvidarse un poco de la vida... Atribuí, y no en broma, el antiespañolismo de Borges a la existencia de un cuñado coñazo. Pero hay otras razones. Los hispanoamericanos son nuestros hijos, España es su madre pero también su padre, y como tales ostentan un complejo de Edipo histórico que les hace quere distanciarse de nosotros ("La historia de Argentina se explica como un voluntario apartarse de España"), querer -digo querer- contemplar la empresa civilizadora de España como una desgracia, o burlarse -intentar burlarse- de nosotros, como lo intentó y no consiguió García Márquez con su colección de palabras nacidas en América -pero integradas fatalmente en una estructura lingual castellana, para su bien-. Las extrañas boutades de Borges ("El español es facilísimo", "Nosotros somos los hijos de los conquistadores, que se quedaron aquí; los españoles son los sobrinos") no tienen para mí otra explicación. El español es muy difícil, somos hijos de los conquistadores para bien o para mal, Borges no habría podido ser Borges sin España y sin la lengua castellana, y él era el primero que lo sabía.